19 de abril de 2011

La medicina NO es un negocio



Es indignante. De ellos depende la salud de muchas personas, de ellos depende, a veces, la vida. Todo profesional que desempeña una actividad en la que el destino de otros está en juego, realiza un juramento de conciencia y moral.

Quizás, porque se haya convertido en un negocio, esa moral se haya corrompido. Quizás, empresarios que únicamente quieren hacer dinero sin importarles el prójimo provocan este actuar. Un actuar más indignante aún, un actuar para denunciar.

Todo empezó 11 días atrás. Mi abuela tenía vómitos sin parar cada vez que ingería líquido o algún alimento. Los síntomas eran los mismos de algo que le sucedió hace 4 años. Llamamos a VITAL, porque IOSE, su obra social, depende de ellos para las urgencias, y vino el primer médico, si se lo puede llamar así.

Como nosotros no estudiamos su carrera tantos años ni tenemos un título que ahora dudo que ellos sí lo tengan, poco importa los antecedentes que le contamos. El primer doctor, que increíblemente le salía olor a vino tinto de su boca, diagnosticó que mi abuela era hipertensa porque tenía la presión alta. Solo para que sepan: mi abuela está muy lejos de serlo, pero a todos se nos sube la presión por nervios.

Se va la segunda. Los vómitos siguieron y a los dos días vino una médica que observó más el “hermoso departamento reciclado” que a mi abuela. Por lo que no recetó nada nuevo y dijo que había que esperar.

No hay dos sin tres. Nuevamente llamamos a emergencias, pero esta vez con la paciencia perdida y pidiendo por favor que manden a un médico coherente, capacitado para revisar a una persona de 96 años. Sí, mi abuela tiene 96 años y ya llevaba 5 días de vómitos y sin comer.

La nueva médica que vino era de Puerto Rico. Se esforzó más que la anterior, pero al igual que sus compañeros, mi abuela todavía no estaba para trasladarla a un hospital ni para ningún chequeo particular. Tengo que asumir que su diagnóstico fue más acertado, pero mi abuela continuó igual.

Al séptimo día no descansó. Los vómitos continuaban, por lo que de la boca de mi madre salió por teléfono un reclamo solicitando a un médico capaz. Les recuerdo que hace 4 años, mi abuela tuvo los mismos síntomas y la solución fue únicamente ponerle suero, darle medicamentos para que evacue bien y esperar que mejore con los días. Y nosotros comunicamos esto cada vez que llamamos por teléfono y a cada médico que vino.

El cuarto doctor en pisar el departamento era Croata o de esos pagos europeos. Su acento y un par de chistes vinculados con la guerra lo delataron. Otro médico que dejó unos remedios y que recomendó otro de venta libre. Obviamente, los vómitos continuaron.

¿Qué hacemos? No la llevan al hospital porque dicen que no está para eso, pero con 96 años hace 9 días que no come. Llevarla, nosotros no podemos, está débil, apenas se puede mover. Basta de este servicio mediocre, busquemos algo privado por nuestro lado.

Médico argentino, con varios años y especialista en viejos (sin ofender a nadie, es gerontólogo). La visita salió sus buenos 300 pesos, pero valió la pena. Revisó a mi abuela como ninguno lo había hecho antes, escucho muy atentamente de nuestras bocas sus antecedentes y nos empezó a encaminar hacia la solución.

Once días. Mi abuela había mejorado un poco, pero los vómitos a la noche regresaban. El médico gerontólogo no estaba en la ciudad, pero por teléfono recomendó solicitar una internación para que le pongan suero de una vez por todas y que le hagan unos análisis en particular. Así que con ese pedido, a llamar nuevamente a VITAL.

Como no tenemos título ni matrícula, por teléfono no se puede solicitar una internación, por lo que nuevamente enviaron a nuestro departamento un equipo para que vean la gravedad y decidan si estábamos acertados o no.

Ya perdí la cuenta, pero creo que fue la quinta. Otra médica mujer, que vino acompañada de un camillero que ya había venido anteriormente. Su acento era bien “chévere”, apostaría que de nacionalidad venezolana. Parecía una doctora muy responsable. Con seguridad dijo: “yo la tengo que revisar, no me puedo dejar llevar por algo que dice un colega a distancia y por teléfono”. Así que pasó a la habitación para ver quién tenía razón, si sus compañeros o el especialista en viejos.

Otra vez sopa. Quería revisarla con la visión de Superman, bien a distancia. Quería decir que lo recetado anteriormente era acertado para ella. Quería, porque llegaron dos comentarios letales para su moral desde la boca de mi mamá: el primero, “sé que la medicina es un negocio”; y el segundo, “también sé que no la llevan porque no deben tener camas disponibles en el hospital”.

Fue ahí que la médica venezolana volvió a querer demostrar que estábamos equivocados, la revisó más de cerca a mi abuela y le recetó unos estudios, algunos de los cuales había recomendado el gerontólogo. Y a partir de ahora viene lo mejor.

La médica, con ese acento de Catherine Fulop, nos pidió las recetas anteriores para “actualizarlas”. Se las guardó he hizo unas nuevas con el pedido para dichos análisis. Como era sábado, había que esperar mínimo hasta el lunes para hacerlos, así que recomendaron no trasladar a mi abuela al hospital hasta dicha fecha.

Se fue el último equipo de VITAL y no habrán pasado ni diez minutos que mi mamá llamó a IOSE para pedir por esos estudios para que el lunes se los hagan sin falta. Mi madre, que es de armas tomar, ya había hecho una queja por el deficiente servicio de VITAL, por lo que esa llamada la tomó una supervisora.

“De ninguna manera, ya les digo que vuelvan, a su madre la llevan al hospital ahora y se le hacen todos los estudios posibles”. Sorpresa, para la obra social de golpe teníamos razón. Sospechosamente, ese mismo equipo de VITAL tardó más de diez minutos en volver. Sospechosamente, el mismo camillero subió con otro médico al departamento. Sospechosamente, ese camillero quería hacer todo rápido porque se perdía el cumpleaños de su hijo y no lo liberaban por “culpa” de mi abuela.

¿Por qué tanta sospecha? Porque mi mamá por el reclamo a la obra social, les sacó fotocopias a todas las recetas y ordenando todo para ubicar en tiempo y espacio al nuevo médico que revisara a mi abuela descubrió lo más indignante: DOS MÉDICAS DISTINTAS FIRMARON RECETAS CON EL MISMO SELLO. La venezolana no actualizó las recetas, sino que se llevó las que la delataban con su compañera anterior, sin imaginar las copias que hizo mi mamá. ¿Dónde habrá guardado su moral?

Y la historia sigue. Para que del hospital trajeran a mi abuela esa misma noche a casa, mi mamá tuvo que amenazar con que su hijo era periodista e iba a denunciar su mal servicio. Así, tras 3 horas de espera, llegó una ambulancia privada, de los mismos dueños de VITAL. Una ambulancia conducida por un camillero honesto, que sirvió de terapia para nuestra bronca y nos confirmó lo que más nos había indignado.

Sus colegas que conducen las ambulancias, a quienes también se les otorga una matrícula, son los principales cómplices de estos médicos truchos. “Médicos” que vienen del exterior y trabajan en negro por menos plata de la que legalmente cobra un doctor argentino. “Médicos” que no se sabe si tienen matrícula y título. “Médicos” que se prestan los sellos para cubrirse y no trabajar las 12 horas de guardia que les asignan. “Médicos” que se corrompen porque los empresarios que hacen la plata a través de la salud de todos no controlan y únicamente se ocupan de contar los billetes.

Hay personas como mi abuela, jubilados con una obra social, que quizás no tienen la contención de una familia ni la plata para pagar un gerontólogo particular. Y esas personas dependen de un servicio digno y moral. Si no es negocio atender viejos, cambien de kiosco, porque una vida vale oro. Y si juraste por la salud de extraños o estás por jurar porque todavía no te recibiste, sé consciente de la responsabilidad que tenés en tus manos. Sino, dedicate a otra cosa, porque la palabra doctor o llamarte médico te queda muy grande. Y si no estás de acuerdo con el sistema, trasgredilo de otra manera, no siendo como ellos que les importa un comino la salud.

¡Correctivo para VITAL, IOSE y todos aquellos que usan la medicina como negocio!

11 de abril de 2011

¿Y ahora qué tomamos?



Si hay que ir a Congreso, te lleva. Si hay que ir a Constitución, te lleva. Si hay que ir a Barrancas de Belgrano, te lleva. Si hay que ir mas lejos, como Tigre, Pacheco o Escobar, te lleva. Es más, creo que si hay que ir a Mar del Plata también te lleva.

¿Qué hacemos si deja de funcionar la línea 60 por paro, la empresa de transportes que más pasajeros lleva?

MONSA cambió de dueños, no reconoció a los delegados sindicales, habrían hecho mal la liquidación de los sueldos y eso provocó la protesta de los choferes frente al Ministerio de Trabajo.

¡Correctivo si hay paro en la línea 60! No importa a quién el correctivo, pero tenemos que seguir viajando en el colectivo del pueblo.

5 de abril de 2011

¡Correctivo a Correctivo!



Como la manzana tentó a Adán, la nuez nos tentó a nosotros. Hemos pecado. ¡Correctivo a los chistes de mal gusto!